domingo, 8 de julio de 2012

Como autoeditar un libro IV y último

Cerramos con nuestro último capítulo sobre como autoeditarse un libro, agradeciendo la colaboración de doña Mª Isabel Espiñeira Castelos.


También puede ocurrir, como ha sido el caso de quien esto escribe, que alguien le regale un blog. Un blog es una especie de confesionario maravilloso en donde uno dice todo lo que se le antoja y los demás lo leen o no, pero la terapia ya está hecha. Y puede que alguien de una editorial allende los mares entre un día y deje un comentario con las bases de un concurso. Y una, así como quien no quiere la cosa, dice…bueno, es domingo, me aburro, voy a mandar un par de poemas para que lo echen al cesto de los papeles (léase papelera de reciclaje que es más moderno). 



Pero, la Santa Virgen de las Nieves, patrona de mi pueblo, y milagrera donde las haya, hace que le manden a esta humilde contadora de historias y hacedora de poemas y sentimientos, un documento en que se acredita que ha ganado, y la oferta de publicar. Sorpresa, miedo… ¿qué me van a pedir a cambio? ¿Mi alma, mi sangre, que les venda a mis hijos? No, solo que pague el ISBN, que son veinte dólares. Y una mañana te levantas y ves tus libros en la página de la editorial y a la mañana siguiente en Amazon, y parece ser que luego lo verás en librerías, como si fueses una escritora de verdad y no una chalada que vomita locuras en un papel. Cierto es que las ventas…las veo algo así como la salida de la crisis, que se supone que llegará, aunque no se sabe cuándo. Pero la fe es algo hermoso y hoy en día poco practicado.

                            Por cierto…de las editoriales al uso, esas de toda la vida de Dios, mejor olvidarse. El 99% tienen  un aviso en su página web que dice bien clarito que no reciben manuscritos. ¿La solución? Háganse ustedes primero famosos y luego publiquen un libro. Por famosos entiendo que vayan a la tele a berrear en cualquiera de esas tertulias de moda. ¿El motivo? Pues ustedes sabrán; hay varias posibilidades: hacer el imbécil en un reality show de esos donde me han dicho que todo sucede bajo edredones o en piscinas, o ya si se ven con ganas, se me lían ustedes con  algún famosillo y salen a contarlo, o mejor aún…tengan un hijo, ilegítimo claro, con un famoso. Luego, lo demás, lo que nos interesaba, que era publicar el dichoso libro de mis pecados…va rodado.
                 

viernes, 6 de julio de 2012

Como autoeditar un libro III

Nos habíamos quedado con la opción de la coedición, veamos que cuales son las diferentes opciones que se nos presentan y lo más importante, en que consiste este sistema.


¿Coedición? ¿Y eso que es? ¿No será una nueva cochinada de esas que se ofertan en las páginas de contactos de los periódicos, incluso de los de derechas? No, claro que no, ¿quién iba a querer hacer esas guarradas con un ama de casa de mediana edad? Es más sencillo: se pone la mitad de lo que cuesta sacar el libro, que no sé por qué, pero siempre suelen ser unos tres mil preciosos euros, y la editorial promete vender sin tasa, como jamones de jabugo. O en su defecto, hay que comprar la primera tirada. Pero claro, ¿Qué hacemos luego con una montaña de libros con nuestra foto, aquella donde parecemos terroristas, en la portada? Mi gozo en un pozo. Por no decir que no estamos para dispendios y menos de tres mil eurazos.



             Si uno es terco y expeditivo, como es el caso, va a caer en lo que he dado en llamar “la editorial de los pobres”, es decir, Bubok, en el caso patrio y Lulu allende los mares, en los Estados Unidos de América. Hay que hacerlo todo, como don Juan Palomo: corrección, maquetación, portada, y si uno quiere vender algo, publicidad. Por un nada módico precio ellos también lo hacen, pero hay que dar un riñón para pagarlo y dejar el otro en depósito. Así que uno se mete a editor y saca algo de portada bastante aparente (más en el caso de Lulu, Bubok es muy floja en portadas y solo hace tapa blanda) y al final uno mismo se compra tres o cuatro ejemplares: uno para babear sobre él y los otros porque son un regalo socorrido para santos y cumpleaños; para el que lo hace; quien lo recibe no sabe muy bien qué hacer con el tocho. Algunos amigos con buen corazón también compran algún ejemplar, sobre todo como medida terapéutica para evitar depresiones del autor. 

miércoles, 4 de julio de 2012

Como autoeditar un libro II

Continuamos con los consejos de nuestra colaboradora Mª Isabel Espiñeira Castelos.


Miramos en San Google, y ¡milagro del Señor!, hay tropecientas editoriales para autores noveles. Mandamos nuestro manuscrito (sí, se llama así aunque vaya en formato Word; hay que aprender una nueva manera de hablar) a unas cuantas de estas editoriales, y esperamos que nos digan, que nos rueguen de rodillas que firmemos con ellos un contrato (a ser posible con muchos ceros). Pero…el tiempo pasa y alguna de estas editoriales nos mandan un mail para decirnos educadamente que no seamos ilusos, que nadie se va a tragar todas esas páginas, todo lo más, si mandamos una sinopsis de la obra, algo se podrá hacer. Ah, y hay que adjuntar foto, en algunos casos, y biografía. Lo de la foto ya se las trae, porque, ¿Para qué la quieren y cual les mando? Igual aquella en que parezco una terrorista, a ver si les asusto y me publican. ¿Y la biografía? ¿Qué diantres les cuento? ¿Qué he criado dos hijos, mal que bien, y que me gusta hacer bizcochos y odio a los ratones?




             De alguna manera conseguimos cumplir las exigencias. Algunas de estas editoriales nos piden el manuscrito completo. ¡Aleluya, hermanos, Dios es grande! Y al cabo de unos días nos llegan unos cuantos correos haciendo grandes alabanzas de nuestro trabajo. Simplemente somos Cervantes pero…se nos había pasado por alto. Claro que hay un pequeño problema, o varios, a saber: estamos en crisis, por si ustedes no se habían dado cuenta, en España se sigue leyendo poco, no se puede poner toda la carne en el asador por alguien a quien conocen en su casa, cuando va a comer, o si tiene peor suerte, cuando es a quien le toca poner la comida en el plato. Así que si uno quiere ver al producto de sus elucubraciones y desvaríos oníricos en las librerías, hay que coeditar.


En la próxima entrega, veremos las diversas opciones, que nos ofrece la coedición.

lunes, 2 de julio de 2012

Como autoeditar un libro I

Iniciamos, gracias a la colaboración desinteresada de la autora de El Rincón de las letras perdidas la primera parte de que podemos hacer, para ver realizado nuestro sueño de ver ese libro que llevamos escribiendo años, de forma física.



Sin más dilación os dejamos con las palabras de doña Mª Isabel Espiñeira.







Un buen día uno se levanta pensando que tiene algo que contar y que contándolo se siente mejor. Y según le cunda el trabajo, puede que unos meses más tarde se encuentre en su ordenador con una historia de unas doscientas o trescientas páginas (según la incontinencia del dicente) y entonces surge el problema; ¿qué hago con esto?

La situación es parecida a cuando se acaba de parir a un hijo; quizá la criaturita sea fea como un dolor, pero a su madre le parecerá que ha dado a la luz a un portento y quiere enseñar a todo el mundo al fruto de sus entrañas. Aquí es igual, sólo que más grave. Porque los hijos de las entrañas proceden de dos genéticas, y puede que el bebé sea muy mono pero haya sacado los ojos de la suegra y los morros de la Tía Pancracia, que a todos nos cae fatal. Ay, pero un libro es como Atenea, que procede únicamente de la cabeza de su padre (en este caso madre; igual da). El hecho es que nos parece que hemos descubierto la pólvora y queremos hacer partícipe al resto de la Humanidad; sería egoísta por nuestra parte privarles de este recién encontrado talento.

 Nos ponemos manos a la obra; recortamos de aquí, añadimos de allá, corregimos cosas mal dichas, signos de puntuación que iban despendolados sin orden ni concierto…y voilá…criatura tenemos. Pues hay que presentarle en sociedad. Los inocentes suelen mandar a su niño a algún concurso, y esperan el día del fallo al lado del teléfono como quinceañera al uso. Pero…nada, nuestra obra maestra ha pasado desapercibida. Peor para ellos…ahora se van a enterar de lo que vale un peine.