Cerramos con nuestro último capítulo sobre como autoeditarse un libro, agradeciendo la colaboración de doña Mª Isabel Espiñeira Castelos.
También
puede ocurrir, como ha sido el caso de quien esto escribe, que alguien le
regale un blog. Un blog es una especie de confesionario maravilloso en donde
uno dice todo lo que se le antoja y los demás lo leen o no, pero la terapia ya
está hecha. Y puede que alguien de una editorial allende los mares entre un día
y deje un comentario con las bases de un concurso. Y una, así como quien no
quiere la cosa, dice…bueno, es domingo, me aburro, voy a mandar un par de
poemas para que lo echen al cesto de los papeles (léase papelera de reciclaje
que es más moderno).
Pero, la Santa Virgen de las Nieves, patrona de mi pueblo,
y milagrera donde las haya, hace que le manden a esta humilde contadora de
historias y hacedora de poemas y sentimientos, un documento en que se acredita
que ha ganado, y la oferta de publicar. Sorpresa, miedo… ¿qué me van a pedir a
cambio? ¿Mi alma, mi sangre, que les venda a mis hijos? No, solo que pague el
ISBN, que son veinte dólares. Y una mañana te levantas y ves tus libros en la
página de la editorial y a la mañana siguiente en Amazon, y parece ser que
luego lo verás en librerías, como si fueses una escritora de verdad y no una
chalada que vomita locuras en un papel. Cierto es que las ventas…las veo algo
así como la salida de la crisis, que se supone que llegará, aunque no se sabe
cuándo. Pero la fe es algo hermoso y hoy en día poco practicado.
Por cierto…de las
editoriales al uso, esas de toda la vida de Dios, mejor olvidarse. El 99%
tienen un aviso en su página web que
dice bien clarito que no reciben manuscritos. ¿La solución? Háganse ustedes
primero famosos y luego publiquen un libro. Por famosos entiendo que vayan a la
tele a berrear en cualquiera de esas tertulias de moda. ¿El motivo? Pues
ustedes sabrán; hay varias posibilidades: hacer el imbécil en un reality show
de esos donde me han dicho que todo sucede bajo edredones o en piscinas, o ya
si se ven con ganas, se me lían ustedes con
algún famosillo y salen a contarlo, o mejor aún…tengan un hijo,
ilegítimo claro, con un famoso. Luego, lo demás, lo que nos interesaba, que era
publicar el dichoso libro de mis pecados…va rodado.